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Pesimistas

Danke fürs Lesen.

jueves, 28 de marzo de 2013

Tinta mojada en papel antiguo.

Me cae una gota de agua en la mejilla,
al parecer va a llover.
Miro al cielo y está la noche clara.
Soy tan estúpido que ni me doy cuenta que mis ojos piden a gritos un llanto profundo,
algo con lo que pueda arrancar la melancolía de mi pecho.
Pero es imposible porque ya ha echado raíces y está bien acomodada.
Observo como mis ganas de sonreír van llegando a un punto crítico;
en mi vida, algo normal.
Puedo masticar el nudo que tengo en la garganta y
ganar la batalla entre el llanto y el orgullo.
Sigo adelante y llego a mi destino,
el acantilado de la esperanza.
Me sitúo al borde, apenas estoy apoyando los talones,
dejo que el aire nórdico empuje y me dejo caer.
Justo cuando la sensación de mejora está a punto de alcanzar mi boca
el arnés del rechazo tira de mí.
Me enfado pero sonrío,
la broma me ha salido bien.
Vuelvo a la superficie,
al camino lleno de baches de vodka,
al cielo ennegrecido por la ceniza del tabaco,
a la vida de un chico de 18 años que ve al mundo como un paraíso inalcanzable.


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