La demencia moral me invade,
ya no se si quererme o perderme.
Limitaciones absurdas salidas de la boca de una roca humana hacen que mi exterior se ablande
a la vez que se endurece mi interior.
¿Solución?
Huyo, dejo que mis piernas piensen y me voy.
Sentado en un tronco podrido me fumo mi último cigarro,
mi último rayo de sol.
Contemplo el agua que ante mí pasa
y detrás de ella vienen recuerdos llenos de sonrisas rotas por la distancia.
¿Llegaré a mi destino?
De espaldas y las manos atadas con palabras.
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