choques inevitables, estrés.
Sin quererlo rozo mi mano con la de otra persona,
me doy la vuelta y solo veo viandantes.
Me miro la mano embelesado,
huele a vainilla,
sonrío.
Humo, alcohol, drogas, agobio.
Sábado noche en un pub sombrío,
no se ni cómo he llegado aquí.
Me voy al final de la barra con la cerveza aún fría
y me dispongo a observar.
Es curioso como se vuelven vulnerables los hombres ante un par de tetas;
asqueroso.
Cada vez me repele más ese lugar,
me voy.
El aire fresco es agradable y el parque está oscuro,
perfecto.
Enciendo un cigarro y me siento en un banco raído por el óxido;
soledad placentera.
Una tenue sonrisa me despista;
levanto la cabeza y veo a alguien sentado en un banco cercano.
Sostiene en la boca una pequeña linterna dirigida hacia un libro grueso.
Me acerco,
sobresaltada me mira,
noto un olor a vainilla,
abro los ojos sorprendidos,
ella sonríe.
Empapado en sudor estoy comiendo techo.
Cierro los ojos y noto el escozor que me provocan tus pupilas dilatadas.
Quiero permanecer sereno ante tu serenidad,
ardo de nerviosismo.
Te busco defectos, eres perfecta.
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